La capital madrileña ha estado de enhorabuena, eso sí, de corta enhorabuena, ya que ha tenido una invitada de excepción, Scarlett Johansson que ha aterrizado para promocionar la marca de ropa Mango de la que es nueva imagen.
Como digo, fue una visita corta, vamos que no tan corta, ante los medios posó un minuto de reloj, bueno de hecho ni eso, 54 segundos, en los que cada uno hizo su trabajo sin más pena nigloria: ella posó y los fotógrafos le dieron al disparador. No hubo más. Y es que reculta que la Johansson es de las que son tan profesionales que no se salen nunca del guión, lo que se traduce en que si no está en el contrato que haya firmado no se hace, ni siquiera una triste declaración, nada más allá de un “hola” que fue con lo que deleitó a la prensa que se agolpaba en el Hotel Santo Mauro ávidos de conseguir algo de la guapa actriz. Vamos que es más fría que un témpano en Siberia y más seca que una uva pasa.
Las declaraciones las había dado cuando correspondía el día antes en la enrtevista que tenía programada donde habló de Penélope Cruz a la que ha robado ha relevado en el puesto de la firma y de ella sijo que no tiene suficientes elogios, que es una gran persona.
Por cierto, según parece en la sesión de fotos de un minuto, los periodistas tuvieron el tiempo justo para apreciar cosas como que llevaba una cantidad exagerada de maquillaje (algo así como para exportar) que acentuara la palidez (chicas, el moreno ya no se lleva, ahora lo que está de moda es el blanco nuclear ¡yupi!) y llevaba medias con el calor tan sofocante que hacía ayer. Si es que para que luego no digan que estar divina no es sacrificado, yo hubiese perdido las piernas fijo.
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Vía | El País
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