Si vas a hacerte una limpieza de chakras, pide factura. Si vas a hacerte las ingles brasileñas, pide factura. Si bajas al chino de tu barrio a la una de la madrugada a por una litrona de cerveza, pide factura. Tú pide factura, siempre, que luego nunca se sabe...
Aunque si te pones a incluir gastos y gastos y más gastos, luego te puede ocurrir lo mismo que a Miguel Bosé: que llegue Hacienda, te dé un besito en la frente y te diga: "Malo, malo, malo, eso no se hace".
Al amante bandido le ha salido el tiro por la culata. Porque el señor empezó a deducirse como loco sus gastos personales como si fueran gastos de empresa. Gastos tan variopintos como la compra de productos ibéricos como jamón o lomo (esperamos que al menos estuvieran buenos), su entrenador personal y sesiones de fisioterapia (porque el tipín debería estar subvencionado por la Seguridad Social), la instalación de un circuito cerrado de televisión o trabajos de jardinería.
Pero la cosa no se queda ahí, qué va. Porque también habría añadido los gastos asociados al renting de un vehículo Audi y otros tantos sobre reparaciones de otros vehículos propios. Todos, obviamente, han sido rechazados.
Y como castigo —"malo, malo, malo, eso no se hace"— deberá pagar una multa de más de 23.000 euros. A lo que se suman los más de 55.000 euros que ha evadido. Don Diablo ha presentado dos recursos, que la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha desestimado.
¿Y qué aprendemos de todo esto, niños? Que Hacienda somos todos... Pero que tus ingles son tuyas.
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