Como bien destacó el otro día Bob Pop en 'El Objetivo', parece poético que todos llorábamos en la pandemia por los contagios y las pérdidas para que empresarios ricos se beneficiaran de nuestros líquidos para poder surcarlos en los impresionantes yates, esos que compraron con comisiones desmedidas en la compraventa de mascarillas. Podría ser irónico, incluso, aunque lo que es realmente es una auténtica p*tada. Para intentar combatirla está la justicia, que ha citado esta mañana a Luis Medina (uno de los artífices de la comisióncracia) a declarar en los juzgados de Plaza Castilla.
El hijo de Naty Abascal; también conocido como el encargado de recordarnos que la cultura del pelotazo en nuestro país no estaba muerta, estaba de parranda a costa de nuestro dinero; ha prestado declaración por primera vez ante el juez por todo este embrollo de las mascarillas a precio de oro con el Ayuntamiento de Madrid rodeado de paparazzis y asistiendo a su cita de lo más chulo-playa: con gafitas de sol, andares de dandy y actitud de sugar daddy cuya cartera puede solucionar cualquier tipo de problemas.
Los argumentos que ha defendido Medina habrán ido acompañados de las defensas que ha hecho su abogado, Carlos Teixidor, en sus intervenciones. El letrado del aristócrata defiende que "de las actuaciones no se desprende que el Ayuntamiento se haya visto afectado ni perjudicado por los hechos investigados". Además, Luis habrá alegado que las mascarillas eran "de buenísima calidad" (sí, de Armani) y que en relación a los tests de antígenos "no consta que una vez recibidos el reactivo no hayan funcionado".
Balones fuera
Vamos, que la intención de la defensa de Medina se centra en echar balones fueras y, concretamente, dejar con el culete al aire al alcalde de Madrid. El abogado asegura que el Ayuntamiento nunca había tenido queja de estos contratos tan mediáticos y que el consistorio "estaba de acuerdo con los mismos y con el resultado".
Aunque reconocen que los guantes eran de peor calidad que una interpretación de Nicolas Cage, aseguran que el resto del material "era de la calidad que esperaban e incluso manifestó que el precio le pareció barato, al estar en aquel momento el mismo tipo de mascarillas en el mercado a 40 euros". Es por eso que Alberto Luceño devolvió más de 4 millones de euros a la institución que maneja Martínez Almeida.
"El Ayuntamiento se sintió satisfecho con la solución, por lo que ahora no pueden venir a quejarse de algo que dieron por válido y por lo que no interpusieron ningún tipo de reclamación", ha reconocido el abogado de Luis Medina, que también defenderá haber sido juzgado injustamente como "un comisionista más" por su condición de famoso. Eso sí, de la imputación por "alzamiento de bienes" no tenemos ni pajotera idea de por dónde habrán ido los tiros de su defensa.
Material | GTRES