Un nuevo episodio de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva' ha llegado a nuestros televisores para desmontar a Antonio David Flores a través del testimonio de la prota de nuestra saga Millennium patria (basada en hechos reales). ¿El título? 'Que muera el amor', que parece el lema de la conspiración de todos los famosos que están rompiendo las creencias en el amor, en el shippeo idílico de sus fans (Iker y Sara, Álvaro Soler y Sofía Ellar...)
Este Domingo de Resurrección del testimonio de Rociíto se ha centrado en su angosto divorcio de Anthony Deivid Flowers entre los años 1999 y 2000. La hija de la Jurado ha aclarado que, a pesar de todo lo que se ha contado durante estos años, ella nunca le fue infiel con Fidel Albiac.
Carrasco ha desmentido que Antonio David la pillara en casa con otro hombre cuando aún no habían firmado los papeles del divorcio, tal y como él mismo hizo creer a la prensa, a la que avisó para que fotografiaran el presunto momento 'con las manos en la masa' facilitándoles la visión dejando la puerta del garaje abierta.
Según Rocío (apoyada por parte del personal de la casa de su madre), Antonio David Flores se hizo quinientos y pico kilómetros, desde Málaga al chalé de la Moraleja, movido por la rabia y por un coche, para presentarse allí chillando y buscando por las habitaciones a un amante que nunca existió:
"Ahí ocurre un hecho. Yo bajo las escaleras, estoy en el segundo peldaño y ahí había una estatua del monumento de mi madre de Chipiona, el que le hizo Juan de Ávalos. En ese momento, él me pega un empujón, caí contra la estatua y se quedó sin dedos por el zamarreón", ha lanzado Rocío por primera vez.
La Jessica Rabbit versión trajeada del cancaneo, Rociíto, ha sentenciado que las intenciones de Antonio David (al presentarse con sus cuñados de esa forma tan agresiva) se centraban en conseguir las fotografías pertinentes de su no amante (un tal Parra) saliendo de su casa avergonzado por el cornudo al que los medios ya tenían fichado desde que lo pillaron paseando con Rocío por Sevilla.
Antonio David Flores le cogió el gusto a eso de montarse su propia película delante de los fotógrafos (él era más del microteatro dramático que de las series documentales), o al menos es lo que ha dejado caer Rocío al relatar cómo su exmarido volvió a tirar de su agenda (los tendría en favoritos) para hacer ver públicamente cómo Rocío Jurado le negaba la entrada a su casa.
Os pongo en contexto. Rocío Carrasco se trasladó a un nuevo domicilio en Pinar de los Reyes (cerca de la Moraleja, para no estar muy lejos de su madre) al comprobar que su convivencia con el padre de sus hijos era insoportable. Sin embargo, Antonio David tuvo la jeta de seguir viviendo, a todo trapo, bajo el mismo techo que Rocío Jurado.
"Durante ese tiempo que se queda en la Moraleja, que es bastante, le hace la convivencia a mi madre horrorosa y tremenda. Llegaba a las dos de la mañana, mi madre tenía que despertarse para abrir la puerta, exigía al servicio que le pusieran la cena y después no cenaba... Él jugaba con que, hiciera lo que hiciera, mi madre nunca movería un dedo públicamente", ha comenzado narrando Rociíto los inicios okupas de Antonio David Flores.
Lo cierto es que Rocío Jurado falló a su hija por el postureo de no quedar mal, de no alimentar la polémica ante los medios, pero también porque comenzó a sentir auténtico terror por su yerno: "Ella no tenía la valentía de decirle: 'puerta, o te vas con tu mujer y tus hijos o te vas de aquí. Esta es mi casa y no tienes porqué estar'. Ella no le adoraba, le tenía miedo, le temía como al demonio. No era capaz de ponerle las maletas en la casa", ha admitido con dolor en los ojos Carrasco.
Rocío ha demostrado que la Jurado no quería ser más la roomie de Antonio David a través de una carta notarial que ella misma le hizo llegar: "Reitero mi petición de que, a partir del día que recibas esta, abandones mi domicilio particular", instaba la más grande con un cabreo más grande todavía por tener que seguir lavándole los calzoncillos al padre de sus nietos.
En dicha carta, Rocío Jurado explicaba cuáles eran sus razones por las que quería desahuciar a su yerno: porque iba a pasar una larga temporada con Ortega Cano (cuando aún tenía cejas) fuera de España y, por tanto, iba a dar vacaciones a sus empleados y cerrar a cal y canto las puertas de su mansión de la Moraleja.
Aún siendo conocedor de esta circunstancia y, sobre todo, sabiendo que sus hijos estaban en el nuevo domicilio de su madre, según Rocío Carrasco, Antonio David convocó a la prensa delante de la casa de la Moraleja a la que fundió el porterillo en directo, para quedar ante la mirada social como el pobre padre de familia al que Rocío Jurado deja tirado en la calle como una colilla, a pesar de tener un pisito (que ya quisiera cualquier estudiante medio, cuyos hábitats suelen ser zulos o las casas de sus padres) en San Sebastián de los Reyes.
"Se va con un notario y un fotógrafo sabiendo que en casa de mi madre no hay nadie. Empieza a llorar diciendo que no le abren, que si quieren guerra la íbamos a tener. Vuelve a ser una manipulación, una mentira para sacar beneficio y quedar de víctima", ha asegurado muy cabreada Rocío Carrasco por la forma en la que tergiversó ante los medios esta historia, llegando incluso a incluir, en los packs que vendió a las revistas, fotografías con su hija pequeña de la mano a pesar de que la niña no estuviera en ese momento con su padre.
"Sale con la hija encima, el pobre... ¡No hombre no! Que la niña no estaba ese día, es un pack que vende para que se dé esa imagen. Mi madre sabía de lo que este señor era capaz y vivió toda su vida acojonada y cagada por este ser", ha concluido Rocío Carrasco sobre el temita de los montajes protagonizados por su exmarido y coprotagonizados por los paparazzis Pablo 'El Calvo' y Gustavo González, que daban cobertura a estos actings tan currados (ya nos gustarían estas puestas en escena para España en Eurovisión...)