A día de hoy muchos nos seguimos preguntando cómo es que Britney Spears tiene menos libertad que cualquier presa de 'Vis a Vis' (hacían lo que les salía del pepe, eso es así) a pesar de ser una mujer hecha y derecha de 39 años. Su padre Jamie Parnell Spears ha supervisado todos los pasos que su hija ha dado desde el año 2008, desde el control total de su monetización como diva del pop hasta las citas con el centro donde se haría la depilación la cantante. Una cárcel tutelada por la que la audiencia popular sigue pidiendo la libertad de la cantante de 'Toxic' con el hashtag #FreeBritney.
Britney necesita conducir de nuevo su propia vida, esa que le ha sido arrebatada de forma burocrática por su propio padre y su exmánager y así se lo ha hecho saber en primera persona a la jueza Brenda Penny en una comparecencia por 'Zoom': “No estoy contenta. No puedo dormir. Estoy enojada y deprimida. Lloro todos los días”, se desahogaba Spears reclamando libertad.
La cantante, a la que en España pondríamos una docuserie de doce capítulos para hacer justicia televisiva, lleva sin cantar desde 2018 por todas las secuelas que está generando en ella el no poder actuar (nunca mejor dicho) por su cuenta: “Señoría, mi papá y todos los involucrados en esta custodia, incluida mi manager, que tuvo un papel clave en mi castigo... deberían estar en prisión”, instaba la cantante.
"En 2018 me obligaron a hacer un tour. El management podía demandarme si no seguía con el tour, que no quería hacer. Al salir de Vegas me dieron un papel para firmar, y sino tendría que buscarme un abogado. Con la tutela, no puedo tener mi propio abogado, de modo que por miedo, firmé e hice el tour.
Al volver del tour empezaba otro show en Las Vegas porque me indicaron que era el momento y que así iba a ser. Dirigía el espectáculo yo misma, enseñándoles las coreografías a mis bailarines. Estaba genial. Es gracioso que mi management diga que no estaba participativa y no me tomaba la medicación. Mi medicación se toma por las mañanas, nunca a la hora de los ensayos, con lo que cómo iban a verme.
Britney Spears ha confesado que, para ella, volver a declarar ante una jueza era un trance horrible, ya que la última vez que lo hizo (en mayo de 2019) se sintió insignificante, cero escuchada, ya que se hizo caso omiso al grito desesperado en favor de su propia libertad con el que instó a la justicia: "Antes creía que nadie me iba a creer. Creía que la gente se burlaría de mí. Pero ahora quiero recuperar mi vida. Ha sido suficiente”, decía en esta cinta que se ha hecho pública y que su abogado ha definido como "Britney en estado puro".
Tras estas duras declaraciones de la reclusa de una vida que no puede ser suya por fuerzas externas, el movimiento #FreeBritney toma más cuerpo, sentido y fuerza que nunca. La superestrella ha llegado a acusar a su padre de haberla obligado a ingresar en un centro psiquiátrico conocedor de sus problemas de claustrofobia:
"Estuve allí encerrada, rodeada de gente que me veía desnuda continuamente, mañana, tarde y noche. No tenía privacidad en ningún momento, ni siquiera una puerta. Debía hacer sesiones de diez horas diarias con la gente que estaba allí porque amenazaban con que no pudiera ver a mis hijos o mi novio de lo contrario.
Le he dicho al mundo que soy feliz. Es mentira. Lo he repetido para probar a ver si diciéndole mucho se hacía una verdad y me volvía feliz. Estoy traumatizada, estoy en shock. Pero ahora te digo la verdad: no soy feliz, no duermo, es de locos lo enfadada que estoy, estoy deprimida, lloro diariamente. El motivo por el que digo esto es que no entiendo cómo el Estado de California tiene esto escrito en la documentación de la última vez que estuve aquí y no han hecho nada".
Britney asegura que usaban la medicación para incapacitarla
Britney recuerda como una pesadilla las sesiones con su terapeuta tras acabar su show en Las Vegas por aquel entonces. Asegura que la especialista sustituyó la medicación que llevaba tomando 5 años para forzarle a tomar litio en grandes cantidades: "Puede dejarte incapacitada si la tomas en exceso o estás medicada más de cinco meses con ella. Cuando la tomaba estaba como borracha. No podía hacer nada por mí misma", relataba con una voz donde se presentía terror y que, más que un recuerdo, Spears estaba compartiendo uno de sus grandes traumas.
Para la afectada, ella no ha sido víctima de una tutela "sin sentido", sino de un "abuso", ya que Britney garantiza que ha estado años trabajando en contra de su voluntad por culpa de sus tutores legales, que han llegado incluso a evitar que cumpla su deseo de ser madre por tercera vez con su actual pareja Sam Asghari: "me han quitado mis pertenencias, mi tarjeta de crédito, mi dinero, el teléfono, mi pasaporte y poniéndome en una casa donde trabajo para las personas que viven conmigo".
Unas escalofriantes declaraciones que han sido recientemente secundadas por la madre de Britney, Lynne Spears, que se divorció de Jamie en 2002 y que ha llegado a definir la relación que existe entre la cantante y su padre como "tóxica". Pero la diva del pop también ha tenido cera para ella, ya que la ha acusado de haberla hecho sentir "exactamente igual" que su padre, aunque usando "una dinámica diferente".
“Mi padre ama 100% el control que tiene sobre mí para hacerme daño. Lo ama. No me dejan ver a mis amigos, que viven a ocho minutos de casa, ni me dejan ir en el choche con mi novio. Quiero que esto termine”
Britney le ha hecho saber a la jueza que sus padres nunca la han escuchado, que han llegado a disfrutar escuchándola llorar al otro lado del teléfono por la impotencia que sentía y ha pedido por favor el fin de su vida tutelada a cal y canto: "No debería estar tutelada cuando soy capaz de trabajar por mí misma y pagar el sueldo de gente que trabaja conmigo. No tiene sentido. ¿Qué sentido tiene? ¿Cómo puede ser que alguien haga dinero, pero se le diga que no puede usarlo bajo amenazas". Eso sí, la cantante confiesa tener una nueva mochila de problemas a raíz de este 'American Horror Story' auténtico que le ha tocado vivir.
"No me gusta la gente, le tengo miedo. No tengo privacidad, el otro día los paparazzi me sacaron llorando a la salida de la terapia. Merezco algo de privacidad cuando voy allí. He rogado a mi familia poder hacer las sesiones en casa para tener privacidad. No quiero tener cinco paparazzis riéndose en mi cara mientras me sacan fotos llorando a la salida de terapia. Quiero que mi terapista venga a casa porque… realmente reconozco que la terapia sí la necesito"
Durante esta comparecencia celebrada el pasado miércoles 23 de junio, la jueza Penny ha agradecido la valentía del testimonio de Britney Spears, a pesar de haber rechazado la petición de la cantante a acabar con la relación centinela de la censura y de la opresión paterna entre padre e hija.
"Básicamente, esta tutela me hace más daño de lo que me ayuda. He trabajado toda la vida y merezco tener mi propia vida. Ojalá pudiera estar al teléfono mucho más rato, porque en cuanto cuelgue me siento rechazada, me siento agredida… de modo que quiero agradecerle que me haya permitido hablar con usted esta vez".
La letrada alegó que estaba a esperas de que el abogado de Britney presentara "una moción definitiva que termine con la custodia", que me parece bastante superflua al comparar tal trámite burocrático absurdo con el grito desesperado (con soga al cuello) de Spears: “Estoy cansada de sentirme sola. Merezco los mismos derechos que los demás, tener un hijo, una familia. Todo eso”, decía la principal afectada, a la que le ha faltado arrodillarse y suplicar poder vivir en libertad, derecho fundamental.
Vía | El País, Odi O'Malley
Fotos | GTRES