Te lo ha dicho tu madre cien veces: que si vas a una discoteca, sales de fiesta (allá cuando se podía), tengas mucho cuidadito. Tu cubata bien agarrado. Porque siempre hemos oído la historia, que casi tomamos como una leyenda urbana, de que te podrían echar algo en el vasito... Pero de leyenda urbana tiene poco.
Danna Paola, en un programa de entrevistas de Youtube, ha decidido compartir por primera vez una experiencia que, sin duda alguna, pone los pelos de punta sólo de escucharla.
Ocurrió cuando estaba en Madrid grabando la primera temporada de 'Élite'. Era una noche en la que decidió salir a cenar con un amigo y no se quería liar mucho porque a la mañana siguiente tenía rodaje.
"Nos fuimos a un lugar muy cool de Madrid que era como un restaurante y a las diez de la noche abrían todo y ponían un DJ", comienza explicando para ponernos en situación. "Bailamos un ratito y nos vamos", le acabó diciendo a su amigo... Aunque la noche no acabaría como nadie esperaba.
Cuando abrieron la pista de baile, su amigo y ella se acercaron a un grupo de chicos que estaban sentados. Eran monos. Danna y su amigo se piden un gintonic. Y hasta aquí todo normal. Empieza a hablar con los chicos y su amigo va un momentín al baño.
Entonces uno de los chicos le dice: "Este era tu vaso, ¿no?" Y ahí empieza la movida: "Me regresa mi vaso y me lo empiezo a tomar", explica. Entonces comienza a hablar con este chico, pero de repente se da cuenta de que algo no va bien: "Me empiezo a sentir muy mal. Me empecé a marear, con mucho sueño..."
Llegados a este punto es cuando decide marcharse a casa, aunque aquellos chicos con los que se había encontrado le insistieron para que no se fuera y "empezaron a quererse sobrepasar".
Finalmente, con la ayuda de su amigo, se marchó del garito. "No me acuerdo de qué pasó, cómo llegué a mi casa y cómo acabé en el hospital", revela.
"Lo cuento porque creo que a cualquiera le puede pasar", explica. "Y es muy importante que seamos conscientes de con quién estamos. Ser consciente de la situación en el mundo", añade. Porque, tristemente, la leyenda urbana tiene muy poquito de leyenda.
Imagen de cabecera | GTRES