El desgarrador testimonio de Rocío Carrasco, la Daenerys patria de la Tormeta Mediática (la que no arde, madre de Ave Fénix, rompedora de mentiras, Reina de las cenizas, Gobernadora de los tribunales), ha continuado abriendo sus alas cual ave fénix durante un nuevo episodio de su docuserie titulado 'Se nos rompió el amor', aunque en este caso no fuera de tanto usarlo ya que ni siquiera llegó a desprecintarlo según cuenta en su relato.
Rocío se ha remontado al verano de 1997, cuando su hija apenas tenía un añito. La hija de la jurado ha recordado que Antonidá y una servidora, con el barrigón normativo de estar esperando al pequeño David, cogieron el petate para pasar las vacaciones en Chipiona.
La prota de la docuserie ha relatado la vida a la bartola que llevaron durante los meses de calorcito como un ritmo normal e inocente hasta que aparece en su narración la discoteca 'La Brisa', donde se juntaba un Antonio David que, por aquel entonces, hacía declaraciones como "yo no cambio los pañales de la niña, eso se lo dejo a la madre, que le va más", y unas camareras muy atractivas, "modelos" según Rociíto, que hacían de aquel garito el más atractivo para la gente joven en general, los chuloplayas en particular. ¡Habría que ver al de la línea de bus con amantes en esos lares!
Rocío comenzó a notar en esas noches de travesuras juveniles mucho tonteo entre Anthony Deivid Flowers y una camarera llamada Sonsoles: "Le tenía pavor a que llegara la noche, empecé a ver cómo le tocaba con la manita en la cara y eso no me gustaba. Un día me dijo que iba a por una copa y lo vi detrás de la barra comiéndose la boca con ella. Sé que él me vio", ha recordado la Carrasco denotando angustia en sus palabras.
"Él se viene detrás mío y me dice 'tú estás loca, no estás bien de la cabeza, el embarazo te está afectando a la cabeza'. Yo empiezo a hiperventilar, a tener un ataque de pánico, embarazada de su hijo. A mí ese ataque no me entra porque me esté poniendo los cuernos, este ataque no me entra como mujer, sino como madre embarazada. Él estaba utilizando ese embarazo para decirme que yo estaba loca y que lo que estaba viendo no era real", continuaba verbalizando este desgarrador relato sin poder dejar de llorar.
Según Rocío, esa trifulca con su ex estaba empezando a tener estragos en su estado no solo mental (y sentimental), sino que también en su estado físico:
"Me dolía mucho la tripa, le pedía por favor que me llevara a casa. Me dijo 'yo no te llevo a casa, me quedo con esta'. Me fui andando a las seis de la mañana, embarazada, sola por la carretera y llorando con el 'estás loca' en la cabeza. Yo no iba a llamar a nadie, él contaba con eso. Yo en ese instante decido que yo me separo, no sabía ni cuando ni cómo", ha confesado como colofón a este calvario de noche, donde lo mejorcito que hubo en esa discoteca fue el garrafón.
"Tenía contracciones de parto, ataques de pánico, ataques de ansiedad... Luego me enteré que lo sabía todo el pueblo (los cuernos que Antonio David le ponía con la camarera), era vox pópuli, la única que no lo sabía era yo. Lo sabía el portero de la discoteca, lo sabían mis primos, mi prima..." ha continuado Rocío con decepción refiriéndose a la cantante y actriz (es un decir, no me lo tengáis en cuenta) Rosario Mohedano, hija de Amador y Rosa Benenito.
Rocío tiene claro que todo Chipiona era consciente de que Antonio David estaba inventado 'La Isla de las Tentaciones' versión cañí veintipico años antes de su estreno: "A mí me gritaban 'Rociíto, eres una cierva emabarazada'. Lo sabían los periodistas, lo sabía María Patiño, ella lo ha dicho en la ocasión, ella lo sabe perfectamente", ha sentenciado señalando a la socialitera como una de las que manejaron esa información.
Rocío Carrasco: “María Patiño sabía perfectamente lo que estaba pasando”#RocioVerdad2 pic.twitter.com/DhcTQ90kbn
— telemagazine (@telemgzn) March 28, 2021
La prota de esta docuserie ha finiquitado este episodio de desdichas protagonizadas por A.D. (como el alter ego malvado M.R. de Rajoy) asegurando que ese día tuvo claro que su historia con el malagueño tenía punto y final, porque consintió que pasara mil veces por encima de ella, pero no iba a permitir que lo hiciera con el hijo que venía en camino:
"Hoy lo puedo decir: si me llega a pillar sin estar embarazada, ese no entra por la puerta. A mí no me estaba faltando el respeto como mujer, me lo estaba faltando como madre, que era lo más importante para mí en ese momento", ha aseverado la Carrasco con firmeza y con los ojos vidriosos más llenos de furia que he visto en mi corta vida.