Rocío Carrasco, protagonista de la serie documental 'Rocío, contar la verdad para seguir viva' y representante mecenas de Suiza en Eurovisión 2021 (por su banda sonora), ha dejado titulares en tan solo una noche como para dar trabajo a todos los periodistas en paro de este país (que son casi todos, por desgracia).
La hija de la más grande ha relatado, en el capítulo 1 titulado 'Como una ola' (qué original, no esperaba que se llamara como una canción de Marta Sánchez) de esta serie documental, sus inicios más felices (y ya fueron un infierno) junto a Antonio David en Chipiona, de donde no sacó casi Chipioná bueno la pobrecita mía.
Con 18 años, Rocío Carrasco decidió irse a vivir a Argentona con Antonio David Flores por amor, dejando a su madre llorando en el aeropuerto, preocupada por si no se iba a abrigar bien (por supuesto, como todas las madres), pero sobre todo por el hombre con el que se iba a ir a vivir. "Rocío no te vayas, te vas a arrepentir, va a ser tu perdición", le imploraba la Jurado a su hija, ciega y sordomuda de amor.
Rociíto ha recordado gracias a las imágenes del cinexin que la boda de su madre con José Ortega Cano fue una de las primeras veces en las que se presentaba en sociedad con Antonio David Flores cogido de su mano:
"Ese año se casó mi madre con José. Yo iba presentándole a todo el mundo a mi novio y él loco de contento", comentaba sin poder evitar esbozar una sonrisa recordando su inocencia de chica fizpireta disfrazada de muñeca de Cantora que Omar Montes regalaría a Broncano en 'La Resistencia'.
"El día de la boda de mi madre y Ortega Cano lloré lo indecible. Viéndola a ella feliz, yo era feliz", añadía Rocío haciendo hueco para el zasca que estaba a punto de endiñarle al que se creía que se iba a quedar 'tan a gustito' después de este primer capítulo indemne.
La Carrasco ha admitido que, para ella, el maestro Ortega Cano es como ese kebab que te temas a las seis de la mañana después de una larga noche de farra, de una de esas juergas épicas que tanto añoramos. Al principio, entra como mano de santo, pero al tiempo te das cuenta que ese mejunje nunca debería haber entrado en tu cuerpo:
"A José siempre le tuve muchísimo cariño. Ahora los sentimientos son diferentes. No sé si... Bueno, sí lo sé. No creo que fuese una decisión acertada desgraciadamente para ella", ha sentenciado la Carrasco quedándose tan pancha dejando caer que el torero fue el gran error de la vida de su madre.