Al cobrador de la bata de cola (las folclóricas pasan del frac) le ha salido competencia con la cantidad de reporteros dicharacheros (y Mocitos Felices) que hay en la puerta de la casa de Anthony Deivid Flowers desde la primera emisión de 'Rocío, contar la verdad para seguir viva' y su consecuente cese de 'Sálvame'.
La periodista Paloma Barrientos ha tenido el atrevimiento, sin ningún aspaviento (es toda una profesional), de soltar un bombazo más sobre la guerra entre el clan Flores y Jurado en 'Vanitatis', que viene siendo como el 'The Times' del salseo en España.
Según dice Paloma (la periodista, no es que se me haya presentado el Espíritu Santo), Antonio David Flores "sigue manteniendo una deuda de 129.000 euros con el abogado Marcos García Montes al perder la demanda que interpuso contra Rocío Jurado en el año 2000" por haberle acusado de maltrato a su hija durante una entrevista con la gran Mirtha, perdón, con Mirtha Legrand.
Pero claro, igual que con los años las carnes corporales se caen (a no ser que vayas al quirófano con la asiduidad de Kiko Matamoros), las deudas y el valor del dinero suben como la espuma, como si tuvieran su propia pastillita azul.
Así ha sucedido con la deuda de Antonio David por esta demanda contra la Jurado que, entre lo que le tiene que dar al procurador y al abogado, ha ascendido a cerca de 176.000 euros según ha apuntado la periodista.
Parece que el malagueño se da por satisfecho con haber pagado una parte mínima al abogado Marcos García Montes, al que entregó una cantidad mínima, irrisoria, como si le hubiera dado una monedilla para sacar una bola de esas máquinas (sin chocolate y sin nada, el secano del mundo 'Huevo Kinder') que no faltaban en gasolineras, ventas, centros comerciales y negocios cuestionables.
“Un uno por ciento, una parte mínima que equivale a menos de dos mil euros. Sé que en alguna ocasión ha ido al juzgado para enterarse de cómo estaba la situación. Han pasado diez años y sigo con este calvario judicial. Se ha escabullido como una serpiente”, ha declarado el letrado en lo que viene siendo un 'PÁ-GA-ME' en la jerga de la abogacía.