La edad del pavo de Tamara Falcó debe estar criogenizándose dentro de ella, de su espíritu adolescente de chica fizpireta con leotardos, porque aun necesita de un buen castigo sin comer Ferreros Rocher y sin salir de su cuarto del tamaño de un 'Corte Inglés' para que aprenda de sus errores. ¡Está más gamberra que nunca! Se rumorea que ahora tiene que confesarse dos veces a la semana incluso... Y, claro, eso es lo que ha hecho cabrear muy mucho a Isabel Preysler, que no sabemos si le ha echado la bronca lanzándole una zapatilla o unos 'Jimmmy Choos' con pedrería de 800 euros.
La dama de corazones, esa que parece ser un muñeco de cera que ha vuelto a la vida gracias a un Wingardium leviosa (no leviosá) de Harry Potter, ha reñido a su hija por haberse saltado las normas anti-covid en tres ocasiones públicamente (que sepamos): una superando el horario del toque de queda, otra yendo a cenar a 'La Moraleja' cuando se encontraba confinada y, esta última, viajando hasta otro municipio, Ronda (Málaga), al que supuestamente ha ido por trabajo, pero con toda su troupe (su novio, sus primos, sus amigos...)
Según ha informado 'Informalia' (valga la redundancia) Isabel Preysler está que 'Trina' (aunque eso tenga mucha azúcar y sea malísimo para su dieta de pajarillo Piolín) con su hija por su irresponsabilidad desmedida.
Parece ser que a la madre de Tamara Falcó no le vale la excusa de patrocinar una marca para poder irse por ahí de parranda pijo-festiva por los viñedos, ya que ella sabe lo importante que es mantener no solo la imagen personal, sino también de la marca a la que representa (a la que la marquesa de Griñón ha cargado el muerto de su viaje de fin de curso con sus amis). Nunca veremos a la Preysler comiéndose una caja roja de 'Nestlé' ni un 'KitKat' y eso, perdona que te diga, se llama pro-fe-sio-na-li-dad.
Ahora, Tamara Falcó debe estar castigadísima encerrada en su torre de marfil cual Rapuncel o Jasmín, o cualquier marquesita malota como ella. Íñigo Onieva tendrá que llegar en su corcel (un Mercedes, fijo) para tirarle piedras (Swarovskis) a su balcón con balaustrada de piedra y decirle a gritos que no puede pasar una noche más sin saltarse las normas junto a ella, que la ama más que a su batín de seda. Luego, la llevará en su alfombra mágica (persa, seguramente, la más cara del mercado) para recorrer "un mundo ideal" con su princesa, aunque eso suponga cambiar de municipio.
Fotos | GTres