Algo más de una semana. Eso es lo que ha durado el encierro de Iñigo Onieva tras haber engañado a Tamara Falcó, a toda España y haber quedado retratado por sus mentiras y desplantes con la prensa. Y es que, según ha podido saber el portal 'Informalia', el empresario ha vuelto a sucumbir "a los pecados de la carne".
La familia Onieva Molas han organizado en su casoplón familiar de La Moraleja un fiestón made in Spain que bien podría ser parecido al que acudió Iñigo y donde puso los cuernos a su pareja con amigos y familiares. Iñigo, sus hermanos, su madre y un montón de colegas se reunieron para festejar, quien sabe, la despedida de prometido de Onieva.
Según la prensa que se agolpaba en la puerta, el olor a carne, chuletón y verduras a la brasa era embriagador. También se escuchaban risas, música e incluso algún chapuzón en la piscina de lo más valientes (o quizás de los más hidratados). Y es que la noche anterior vieron a la pandilla de Iñigo entrar con bolsas llenas de bebidas y comida.
Una juerga al más puro estilo Onieva que coincide con la ponencia de Tamara en México donde abre la puerta a una segunda oportunidad escudándose en la importancia del perdón cristiano. Sorprende la asistencia a la fiesta de Carolina Molas, madre de Iñigo, que parece estar muy afectada por lo díscolo que es su hijo. También sus hermanos están hartos de la presión mediática...