Hay quien ha comenzado el año con la boca torcida (y no de disgusto). Ese es el caso de Anita Matamoros, que la pobre muchacha ha tenido que darse un retoquito en la boca y no precisamente para ponerse morros (que tampoco cabe más ácido hialurónico ahí).
"Estoy súper-recuperada, aunque por dentro esté un poco más fastidiada", ha comenzado explicando en una serie de stories de Instagram en la que ha desvelado todos los detalles de la intervención.
En cuarentena ya le hicieron un injerto de hueso y "se me perdió el 70% de lo que me pusieron". Porque este injerto es como tu padre en un convite de boda: "No se puede controlar".
Pero, ¿cuál es el por qué de esta operación? "Hace muchos años, de pequeña, me tuve que dar una leche que se me rompió el diente", cuenta. Y aprovecha para mostrarnos el diente en cuestión, "que es falso".
En aquel momento, con la hostia que la niña se diera, "me quedé sin nervio y sin nada. Estaba vacío". Así que a causa de esto, "cada vez más se iba retrayendo la encía y se iba hundiendo y se iba poniendo de un color más oscuro". Nada agradable. Que además, en la edad del pavo, a ver quién te iba a comer los morros con una dentadura a lo Mocito Feliz.
"Si esto lo dejas pasar acabas perdiendo el hueso". Así que a principios de esta semana volvió a realizarse el injerto de hueso y de encía. "Me tendré que repetir la operación, si todo sale bien, dentro de unos meses", aclara. Añadiendo que "dentro de poco este diente podrá ser un implante bien y no se notará nada".
Desde su experiencia, la paciente Matamoros asegura que el primer día tras la operación "estás bastante fastidiado. No puedes tomar nada sólido, frío... No puedo hacer deporte porque si no sangro..." Oye, tampoco va a ser todo tan malo. Si hubiésemos sabido que esto existía en el instituto, la de cantidad de clases de Educación Física que nos habríamos ahorrado...
Y ya que estaba, que nunca viene mal aprovechar una visita para darte un retoquito, también se ha puesto el "invisaling"; esa ortodoncia invisible que más hubiéramos querido nosotros en nuestra adolescencia en vez de los de metal con gomas de colores, que les faltaban unas luces Led por si alguien se quedaba sin verlos. Anita lo tiene claro: "Me va a quedar la boca perfecta".