Laura Matamoros es la Cristina Pedroche de Mediaset. No solo porque sale con un chef, Benji Aparicio, que tiene su propio restaurante en el Barrio de Salamanca donde los negacionistas, cuando tienen la voz cansada de protestar en las calles, se toman una cañita para repostar, sino también porque es transparente como un vestido de nochevieja de la de Vallecas. Por eso ha llamado a 'Sálvame' para dar su versión de los hechos.
Laura Matamoros y Benji Aparicio han protagonizado sus imágenes más comprometidas por un altercado en el que tuvo que intervenir la policía https://t.co/mspRdtQiX2
— Telecinco (@telecincoes) September 3, 2020
A mí este vídeo me ha recordado al “cara anchoa” pic.twitter.com/u1RzEiDTw0
— Carlos Merenciano (@carlesmeren) September 4, 2020
Aunque el Barrio de Salamanca esté más poblado de pijos que el entrecejo de Frida Kahlo de pelos, eso no quita que los burguesitos también se ponen farruquitos, como Pingu cuando no queda el Calipo de lima-limón y se tiene que pedir el de fresa. Y es que cuando les dicen que sus bolsos son de imitación... Ahí no entienden de nada y se ponen hechos un Cristo (un Christian Dior, como dirían ellos).
En este caso, hasta tal punto que la policía tuvo que intervenir durante la madrugada del jueves 27 al viernes 28 de agosto en este altercado que interrumpió la velada de Benji Aparicio y Laura.
Mientras disfrutaban apaciblemente de una velada en la terraza, muy chulitos como los dueños del cortijo pidiendo lo más caro de la carta sin mirar por la visa, los testigos se percataron de que la noche cambiaba de tercio al ver a Benji discutiendo con una mujer, a la que más tarde le llegaron los refuerzos de un señor que amenazó al chef gritándole: "¡La última vez que le levantas la voz a una mujer!"
La cosa sigue con un bofetón del novio de Laura a este vecino con la mano abierta, como las del disfraz del 'Grand Prix' que se tiraban al suelo unas encima de otras con las pistas musicales. Y tuvo que darle fuerte, porque Benji le dejó la portería sola a Oliver para ponerse con la cocina, pero también con el boxeo.
"Esto es un problema que tenemos siempre con una vecina que vive arriba y que constantemente o bien baja gritando, montando follón, o tira lejía a los clientes. Es una señora que tiene un problema, no sabemos cuál, pero esto sucede constantemente”, ha aclarado Laura
Un chupito de lejía no es lo que más apetece cuando estás en una terracita, sobre todo teniendo en cuenta que esas manchas son irreversibles y que la ropa de cualquiera de ese barrio lleva un caballito bordado con un señor jugando al polo.
Matamoros, además, asegura que los clientes que la liaron querían sobrepasar el horario establecido por la ley con una copita más ("la penúltima y nos vamos") y, ante la negativa de la camarera, empezaron a llover las hostias como panes (que lo sirven calentito en este restaurante, por cierto).