Si eres hijo de Julio Iglesias, Isabel Preysler o cualquier otro que haya pasado de refilón por ese árbol genealógico, pocas son las normas mnemotécnicas que incorpores a tu vida para saber distinguir quién es de tu familia y quién no. ¡Y luego dicen de las familias gitanas! ¿Y estos payos, qué?
La reina de corazones, el photoshop con patas hecho dama, también tiene sus truquis para marcar su rasgo distintivo dentro de su linaje, para poder decir con seguridad que sus hijas tienen algo de ella, a parte de los Channeles vintage reciclados que les habrá regalado, claro.
Y no, no es que la Preysler haya forrado a sus hijas en papel dorado de Ferrero Rocher para distinguirlas a leguas del populacho ni que les haya regalado su primer bótox a los 18 años para guardarse bajo la manga (abullonada o francesa, que son las que se llevan esta temporada) su propia prueba del algodón: si son capaces de arrugar la frente, no tienen nada que ver con ella.
Resulta que la Preysler encontró su propio modus operandi para poder marcar a sus hijas un sello muy original ya que, por aquel entonces, las mujeres se tenían que conformar sistemáticamente con que sus hijos llevaran su apellido en segundo lugar.
Tamara ha confesado por fin cuál ha sido la astucia, el secreto mejor guardado de la 'Bridgerton' de nuestra high classs patria al mostrar públicamente su diploma como estudiante de la prestigiosa escuela de cocina 'Le Cordon Bleu': "Mi madre no pudo ser la primera en poner el apellido a sus hijas por sus maridas, entonces pone Isabel a tomas sus hijas", admitía entre risas muy orgullosa de sus notas culinarias.
"Chábeli realmente se llama Isabel, yo me llamo Tamara Isabel y Ana es Ana Isabel", ha reconocido la marquesa de Griñón uniéndose al selecto grupo de 'Antes muerta que sencilla' (gracias a Maria Isabel) de Anabel Pantoja (marquesa del TikTok y embajadora de la pantosensualidad, casi en la línea de las Preysler), Isabel Díaz Ayuso, la reina de Inglaterra y, por supuesto, el atún del 'qué bien, qué bien, hoy comemos con Isabel'. Aunque bueno, con lo que come la Presyler (como un pajarito), cantarle esa canción es casi una utopía...
Vía | Gtres y Antena 3