Es mundialmente conocido que desde que Britney Spears se liberó de la tutela judicial que la ataba de pies y manos a las garras de su padre, la chiquilla se pone el mundo por montera y hace y dice lo que le sale de la peineta. Fue hace escasas semanas cuando la intérprete de 'Toxic' utilizó su cuenta de Instagram, su principal vía de escape, para atizar a un alto porcentaje de su árbol genealógico.
La súper diva no solo despotricó sobre el trató que recibió antaño por parte de su familia, sino que comparó a esta con la de nuestra querida JLo: "Me gustaría ver a alguien diciéndole a Jennifer López que tiene que quedarse sentada ocho horas al día, siete días a la semana... Sin coche. Me gustaría ver a un equipo de managers diciéndole a Jennifer López que tiene que aguantar todo lo que yo tuve que aguantar" confesó.
Ahora la artistaza ha vuelto a capitanear los titulares por su particular uso de su perfil instagrammero, que actualmente tiene cerrado. Esta vez, Spears ha compartido un despliegue de imágenes en las que posa como Dios la trajo al mundo y despatarrada sobre la orilla del mar como si el oleaje hubiera traído consigo una sirena la mar de sexy.
En las fotitos calenturientas se puede ver a la cantante posando sugerentemente (nótese la ironía) mientras oculta sus partes más íntimas con unos diminutos iconos de corazoncitos. Eso sí, Brit las ha alternado con varias instantáneas del libro que está leyendo, 'Viajes visuales de Latinoamérica', para aportar algo de cultura entre tanta cacha.