Jake Gyllenhaal es de esos actores que como ya hemos dicho, no levanta ni encierra muchas pasiones, pero cuando lo hace, lo hace con todas las de la ley, y todo sea dicho, ha visto multiplicado por 5 el número de apasionados masculinos a raíz de su papel en ‘Brokeback Mountain’ que suspiran por sus huesos, por su sonrisa y ¡Por dios, por esos pedazo abdominales que se nos está marcando el chaval! Cuando publicamos su reportaje para la revista GQ ¿a qué no parecía que pudiese ocultar esto bajo la chaqueta?
Yo cuando los he visto me he quedado a cuadros. Sabía que estaba en forma y eso a raíz de su papel de príncipe en la película ‘Prince of Persia’, pero de ahí a que se haya labrado estos abdominales, que se puede partir el jamón y prepararse un bocadillo en cima suyo, hay un gran paso. Entre las greñas que se me ha dejado y que dudo que la valga ninguna de las camisetas que tiene en su armario, se me da un aire (una sueva brisa, no os confundáis) a Lobezno (que no a Hugh Jackman). Le falta mucho todavía, desde luego.
Él ya confesó que el entrenamiento que estaba siguiendo para el rodaje de la película y poder adaptarse a sus exigencias, era muy duro y sacrificado pero que desde luego merecía la pena porque no todos los días se podía llevar a la gran pantalla un éxito en los videojuegos como ha sido el ‘Prince of Persia’ (adoro este juego) y él tiene el honor de ser el mismísimo protagonista. Entonces estaba dispuesto a hacer lo que hiciera falta.
Normal, si encima de que te vas a embolsar una pasta gansa, por exigencias del guión tienes a una persona encima tuya las 24 horas que te supervisa y se encarga de que no ceses en tu lucha por ponerte todo buenorro y labrarte un abdomen que me río yo de la tableta de Milkybar, dudo mucho que encima pongas malas caras y te quejes. Pero que duro es ser actor ¿eh?
Foto | Viva el Rosa
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