El hijo de Kiko Matamoros parece haber heredado algo de su padre (además de la buena forma física): el amor por el lujo extremo y la vida al estilo milloneti. Diego trabajó en televisión durante el tiempo en que él y su padre se ponían a caer de un burro, pero ¿y ahora?, ¿a qué se dedica Matamoros Junior?, ¡Nadie lo sabe!.
Suponemos que a través de instagram o de alguna que otra campaña publicitaria de cachimbas y batidos de proteínas recibirá algún ingreso, pero eso no explicaría todos los gastos que aparentemente tiene Diego. ¡Viaje por aquí, viaje por allá!.
El último capricho de Diego y su pareja, Carla Barber (la médico que pinchó ácido hialurónico a Kiko Matamoros y lo dejó como a Carmen de Mairena, que en paz descanse), fue un viaje en avión privado desde Madrid hasta los alrededores de Jaén, donde les esperaba un hotelazo con spa y campo de golf. Nada, un caprichito cualquiera.
¡Ah! Y además de adicto a lujo, Diego ha incorporado un ritual a su rutina diaria: pintarse las uñas color azul turquesa. Sí, así es, Diego Matamoros se pinta las uñas siempre del mismo color sin tener en cuenta la ropa que vista ese día. Diego, cambiate el color, por favor.
Oye, por cierto, que nosotros no juzgamos vuestros gastos, que quede claro. Solo queremos ponerle un poquito de humor al asunto para alimentar nuestra envidia.