¡Una de bisturí para Rocío Flores, por favor! Pónganse sus batas, sus mascarillas (aunque esas ya las llevan de serie) y sus guantes, porque nos metemos de lleno en el quirófano para repasar el antes y el después de la muchacha.
Porque la flores ha decidido rajarse la caja para realizarse una bichectomía. Que tú te estarás preguntando, ¿qué leches es esto de la bichectomía? ¿Quitarte al bicho que llevas dentro y convertirte en una santa al nivel de Teresita de Calcuta?
Pues no, que para eso ya están los psicólogos. La bichectomía es una operación estética que, ni más ni menos, consiste en marcar los pómulos. Se hacen unas incisiones en ellos y se quita parte del tejido graso encapsulado. Tejido que, por lo que se ve, está ahí para hacer bulto y poco más.
Vamos, en definitiva consiste en quedarte con la cara de Mario Vaquerizo. Pero mira, si es lo que la chiquilla quiere, no vamos a ser nosotros los que les quitemos la ilusión.
Empecemos con la imagen del antes. Bueno, bien. Una cara ovalada (también conocida como cara mollete-antequerano) sin ningún desperfecto a resaltar a simple vista. Vayamos a la imagen del después de la bichectomía.
Hombre, por favor. ¡A dónde va a parar! Menudo cambio. También te digo que no sé muy bien si es por la luz, porque aquí sale con cara de sorpresa y la boca abierta o si, efectivamente, es resultado de la operación.
A nosotros, qué quieres que te digamos, pero este tipo de operaciones... Como que no. A nosotros entrar en un quirófano para salir casi igual no nos llama la atención. Nosotros somos del todo o nada. Que si te meten la anestesia, pues ya aprovechas y te haces un completo, a lo Cher.
Pero oye, que para gustos, los colores. Si quieres descubrir con más detalle cómo ha sido todo el proceso de la bichectomía, ¡dale click al vídeo de arriba!
Imágenes | GTRES e Instagram