Y que esta mujer confesara hace poco que le gustaría ser monja de clausura para ver que decían los periódicos de ella…vamos hombre, antes me voy yo con Paris Hilton de crucero que ver a Lilly Allen con hábito. Y si no, a las pruebas me remito, que esta de monja, tiene poco. Y si algo caracteriza a Lilly es que, la felicidad, le cuesta disimularla, y durante un espectáculo que dio en un club londinense, en un momento de plena euforia, se levantó la falda de marinerita que llevaba en ese momento y sin pudor nos enseño la trastienda (de un color azul muy bonito, todo sea dicho):
“Tiene una figura espectacular con las curvas en el lugar indicado. Lucía absolutamente fantástica”
Estas fueron las palabras de un admirador que tuvo la suerte de poder estar en la primera fila cuando Lilly consideró que el mundo no debía irse sin ver de que color lleva su ropa interior en los conciertos (porque dice que ele azul le trae suerte), y a la salida, que les estaban esperando nuestros compañeros ingleses de “The Sun“, abordaron al pobre chaval que, como se ve, estaba eufórico.
Lilly, querida, les tienes en el bote y si además, vas por ahí mostrando tus intimidades más azules, créeme que el séquito de seguidores se va a ver engrosado en un tiempo record. No es tonta esta chica, no.
Vía | Pleberías
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