Yulen Pereira se ha quedado más ancho que largo. Aunque juró y perjuró que jamás participaría en el mundillo del critiqueo, el chaval se ha vendido. Atrás quedaron sus valores de niño bueno, los piropos para Anabel y los viajes en pareja. A cambio de un buen pastizal, Pereira ha vendido a la mujer que amó.
Mientras Anabel llora desconsolada en su pisito de Madrid, Yulen cuenta los fajos de billetes que ha percibido por rajar lo más grande. Sorprendentemente, el esgrimista ha decidido desvelar cómo fue su idilio con la sobrinísima: "Sus selos me agobiaron. Discutíamos por sus inseguridades y se me empezó a hacer bola", asegura en Lecturas.
Sin pudor alguno, Yulen le hace un traje a medida a la que fue su churri. Creyó haber encontrado el amor de su vida, pero la desconfianza de Anabel se cargó el proyecto que tenían en común. El muchacho se sentía preso, inmóbil, sin capacidad de reacción. Al parecer, la Pantojita es tan caprichosa, exigente y maleducada que el muchacho salió por partas de la relación.
"Nunca le fui infiel. Todo el mundo quiere que sea el malo. Llego a casa y se me caen las lágrimas", comenta Yulen en su exclusiva a modo de justificación. Al parecer, tan solo quiere hacer justicia y demostrar que no fue él quien dinamitó el noviazgo. Y si ya de paso se llena el bolsillo, mejor que mejor.
Anabel, mientras tanto, sufre ahora su mayor crisis personal. Jamás pensó que Yulen podría traicionarla de este manera. Aquel chaval inocente con el que tantas veces jugueteó en 'Supervivientes' ya no existe. Tan solo es uno más. Un tipo más que ha vendido sus valores por unos cuantos miles.
Fotos. Gtres y Lecturas
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