La cuenta bancaria de Isabel Preysler continúa tan boyante como siempre. No hay descenso de ingresos, preocupaciones económicas ni deudas impagables. Isabel no vive asfixiada ni muchísimo menos. Todo aquello son habladurías. La reina de corazones acumula billetes a tutiplén y, para colmo, es generosa con el servicio doméstico.
Al parecer, a Isabel le gusta cuidar a sus empleados. Todo trabajador de Villa Meona debe sertirse cómodo y bien pagado. Es la norma de la Preysler y siempre la lleva a cabo. Tal y como publica Informalia, cuenta con siete personas a sus órdenes en la casa: la famosa cocinera Ramona; dos señoras para la limpieza; un chófer permanente; el mozo de comedor y dos jardineros.
Y todos ellos, si excepción, están dados de alta y perciben su salario cada mes. Nadie podrá decir que Isabel es agarrada, y mucho menos sus visitas, a quienes trata como verdaderos jeques. Cuando la madre de Tamara recibe gente en su hogar, se esfuerza al máximo para que todo esté perfecto.
Incluso, en ocasiones especiales, contrata más personal. Ser una buena anfitriona es algo importantísimo para ella. No suele pasearse por la capital ni acude a grandes eventos, y tampoco lo hace falta. Isabel lo tiene todo de puertas para adentro, y aquellos que pertenecen a su círculo más cercano lo saben.
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