Mira que 'First Dates' nos ha deleitado con comensales la mar de raritos pero el que visitó anoche el restaurante poliamoroso, se llevó la medalla de oro de calle. Y es que ayer conocimos a Ramón, un bilbaíno de "edad indefinida" cual Isabel Preysler que se plantó en el show con una máscara de "monstruo analógico" que lleva usando desde 2002 como protesta. Vaya, que tiene que oler eso que alimenta.
Lo que ha motivado al concursante durante dos décadas para salir a la calle con esas pintas es hacer una "crítica al culto a la belleza y a la juventud eterna" con el fin de que lo conozcan más allá del físico puesto que, como él muy bien dice, envejecer, vamos a envejecer toda la people.
Además, la suerte estuvo del lado del enmascarado. Su cita, lejos de salir pitando y subirse al primer taxi, compartió su opinión y hasta le dio morbillo el hecho de no verle el careto: "Lo de la belleza lo comparto mucho porque yo me destrocé la cara en un accidente", expuso Amparo.
"Su tarjeta de presentación es muy bestia, no tiene medias tintas. Pero cuando empiezas a entender qué hace y por qué te seduce. Me da mucho morbazo saber cómo eres sin la máscara. Me parece muy interesante y es una bonita acción", reveló Amparito, mostrando claros indicios de que Ramoncín la había engatusado.
Tanto es así, que el segundó aceptó desenmascararse tras la petición de su acompañante: "Solo porque tú me lo pides porque si no no me la quitaría", confesó. Como era de esperar, esta peculiar parejita encajó a la perfección y dio su "Sí" para un segundo encuentro.
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