El Caso Rubiales ha adquirido una dimensión inimaginable para cualquiera. Se habla de "agresión sexual" frente al "falso feminismo" que alega el todavía presidente de la Federación de Fútbol. Luis se niega a abandonar su cargo mientras políticos, deportistas y cientos de civiles piden a gritos su expulsión. Mientras tanto, su familia reza para despertar de este mal sueño.
En el rezo encontró la madre de Rubiales su refugio. Cada día, Ángeles se sienta en la primer banco de la iglesia de Motril y pide justicia para su retoño. No puede creer que algo así le suceda a su chiquillo e intuye que las cosas no acabarán bien. Desesperada, se ha atrincherado en el templo y dice estar en huelga de hambre hasta que Dios salve a Luisito. "De manera indefinida, día y noche", asegura Ángeles a EFE.
No piensa salir de la casa del señor, y si es necesario encadenarse a la pila bautismal, lo hará. Todo por su hijo, a quien considera una víctima: "cacería, inhumana y sangrienta que están haciendo con mi hijo con algo que no se merece", sentencia, tal y como recogen en Informalia. A las puertas de la parroquia, con gafas de sol para ocultar sus ojos llorosos, se encuentran las primas de Rubiales.
"Para mí las declaraciones son muy duras. El acoso y derribo no son justos. Su madre, que es una persona muy creyente, se ha refugiado en Dios. Estamos sufriendo mucho por él, se le ha juzgado antes de tiempo y queremos que nos dejen en paz", dice Vanesa Ruiz, prima de Luis. "Jenni, queremos que digas la verdad", sentencia.
En lo que respecta a la madre de Rubiales, la tristeza se ha apoderado de ella: "Es una mujer mayor, se encuentra mal, está todo el día llorando, sin comer ni dormir...", dice la prima, y asegura que Luis tiene "un buen corazón" y "es una buena persona".
Fotos: Gtres
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