Las excentricidades son el pan de cada día en la vida de Tamara. Ella no lo sabe. Se ha criado entre ellas y ha normalizado una realidad que nadie comparte. Tamy vive en un mundo de algodón de azúcar y champán francés donde lo más importante es llevar zapatillas caras y probar el caviar una vez por semana. Es una esfera paralela, un mundo plagado de bogabantes y carabineros que nadan a su libre albedrío.
Como toda pija, Tamara quiere una boda de ensueño. Quiere un evento plagado de detalles tontorrones que dejen a todos boquiabiertos. Cuanta más tontería, mejor. Por ejemplo: los novios han creado unos cócteles llamados 'Tamara' y 'Onieva O'clock'. Una bobada como la copa de un pino, pero es muy chic. Y si luego reparten un 'kit antiresaca', lo petan.
Pero todo eso son minucias. Lo más impactante de la boda de la marquesa no es la ceremonia, el convite Michelin ni las chuminadas varias. Lo más llamativo, sin duda alguna, es cómo viajará el traje de la novia hasta nuestro país. Tal y como publica Informalia, el vestido se guardará en un baúl de diseño y, custodiado por varias personas del equipo de Carolina Herrera, será trasladado en jet privado hasta España.
Al parecer, el traje de la novia no puede pillar un vuelo comercial. La marquesa no puede vestir una prenda que ha estado en contacto con los bultos de cientos de pobres que viajan en clase turista. Una pieza tan exclusiva necesita su propio espacio, su propio equipo de seguridad y sus propios pilotos.
Sí, es un auténtico despropósito, pero es real. El vestido viajará más cómodo que la gran mayoría de mortales. Esa pieza inerte que Tamara tan solo usará por unas horas tiene más valor que cualquier alma humana. ¡Qué despejen el aeropuerto, llega el vestido de la Falcó!
Fotos: Gtres
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