El padre Apeles fue uno de los rostros más conocidos del país. Sus intervenciones en 'Crónicas Marcianas' o 'Moros y Cristianos' le catapultaron al éxito más arrollador. Ganó dinero a espuertas, se codeaba con los famosos más famosos de la época y adoraba sentirse una estrella. Llegó a tener su propio programa en Telecinco, hasta que un día dejó de funcionar le dieron la patada.
La fama le llegó sin esperarla, al igual que su despido. De golpe y porrazo, el padre Apeles se vio en la calle y sin un duro. Todo lo que ganó en televisión se lo gastó. Derrochó todo lo que tenía y más, y cuando llegaron las vacas flacas, cayó en depresión: "No tenía ganas de vivir. Tomaba muchos somníferos. Llegó un momento en que solo tomaba las pastillas. Un amigo médico me inyectaba cortisona... Fue entonces cuando decidí ir al hospital", relataba años atrás en 'Sábado Deluxe'.
"He caído en la ruina con mi propio esfuerzo, me gasté todo el dinero de la televisión en viajes y libros", aseguraba en esa misma entrevista. El fin de sus días en televisión y su adicción a los somníferos hicieron que Apeles cayese en un pozo del que le costó años salir. Estuvo enfermo durante mucho tiempo, pero logró recuperar las ganas de vivir.
Cuando se recuperó, hizo las maletas y puso rumbo a Italia. Allí comenzó su nueva vida lejos de los focos y las cámaras. Se puso a currar en el archivo de historia de la Iglesia y allí descubrió la verdadera felicidad: pasar las horas entre libros y pergaminos. Apeles es un amante incondicional del saber, y aunque no gana ni un cuarto de lo que se embolsaba en Telecinco, está satisfecho con su labor.
Además, el famoso cura decidió meterse en el ejercito, concretamente en la rama Terrestre del Ministerio de Defensa. El año pasado fue nombrado capitán como reservista voluntario de la Subdelegación de Defensa de Tenerife, tal y como fue publicado en el BOE.
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