Quién volviera a nacer para hacerlo siendo Victoria. La Borbona lleva una vida que muy pocos se pueden permitir. Es la reina del marketing, la más deseada por las marcas. Literalmente, se la rifan, y eso tiene un consecuencia directa: su cartilla bancaria engorda a la velocidad del rayo. Cada vez son más y mejores las firmas que la contratan, y ella, disfrutona, se deja llevar.
No quiere ser influencer, pero la labor que realiza es precisamente esa: posa, sonríe, promociona y cobra. No hay más. No hay misterio, trampa ni cartón. La niña es aclamada por todos y su presencia vale un dinero. Ahora comienza el verano y, como es habitual, Vic disfrutará de los destinos más caros de la geografía española.
La semana pasada estuvo en Ibiza y Formentera, acompañada por un grupo de famosetes contratados por la misma firma que la fichó a ella. Se trata de una marca de relojes que, de la noche a la mañana, se ha convertido en la favorita de la nieta del emérito. El mundo 'influencer' ya sabemos cómo funciona: el mejor producto es el que más paga por hacerse una publi.
Y entre publi y publi, Vic se lo pasa pipa en yates, restaurantes y muchos reservados. Es la niña adorada de la jet set española. Todos quieren acercarse a ella y, si es posible, chupar del bote. Ser colega de Vic solo trae cosas buenas, y si no que se lo pregunten su amiguísimo, Tomás Páramo, cuyo nombre no había sonado tanto hasta que empezó a codearse con la Borbona.
Fotos: Gtres / Instagram
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