Ha nacido una estrella. Definitivamente. Hasta ayer lo único que sabíamos de esta chica era que se llamaba Pippa Middleton, que era la hermana pequeña de Catalina Middleton y que iba a ser su dama de honor. Desde ayer yo soy también la más fan. La odio adoro.
Pero a lo que íbamos, si Pippa Middleton estaba impresionante por la mañana, con ese vestido en el que a cualquier mortal se le habría notado lo que había desayunado, por la noche, en el “guateque” estaba más impresionante aún. Ese vestido verde, de nuevo el pelo suelto y como único toque de ruptura de su sencillez esas aplicaciones de pedrería bajo el pecho, sin ver a más invitadas, sin lugar a dudas me quedo con ella.
Bueno, venga, no voy a ser mala, que la importante ese día es la novia, y a mí, al igual que a Audrey me rechifló el vestido que llevó, pues el de la noche me pareció una auténtica preciosidad. Una vez más huyó de vestidos merengosos o llenos de decoraciones y lució como nadie un nuevo vestido de Alexander McQueen, que le sentaba como un guante y que completaba con una chaquetita de angora. Igualita que la que mi madre me calcetó para mi Primera Comunión, todo hay que decirlo.
Pelo suelto una vez más y sonrisa de oreja a oreja. Esta muchacha tuvo que terminar el día con dolor de mandíbula de tanta cara de felicidad. Aunque pensándolo mejor, son felices, mucho y eso se refleja en las caras y en las actitudes.
Fotos | GTres
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