Seguimos mascando la boda real británica del príncipe Guillermo y Kate Middleton. Y es que, poproseros, yo no me quedo a gusto si no hablo de Letizia Ortiz. Me puede la condición y le tengo que dedicar unas palabritas con las que seguro muchos estaréis de acuerdo, aunque otros no.
Como ya sabemos, esta guisa la vimos llegar a la boda. No lució un vestido clásico, muy sobrio, color maquillaje de Felipe Varela, que para mi gusto más aburrido y soso no podía ser, sin detalle alguno del que sacar tajada. Claro que ello combinado con ese gorrito de paja (que bien se podía haber plantado un tocado un poco más favorecedor y no parecer que estaba encajado con calzador) como que no me convenció ni lo más mínimo. Quizá esperaba mucho, pero la ocasión lo merecía. Puede que los entendidos digan que ha sido el gran acierto, pero para mi gusto y comparándola con otras ocasiones, ni una pizca me ha gustado.
Claro que igual también me condicioné demasiado al ver el modelito de Letizia Ortiz lució en la cena de gala celebrada en la noche de ayer donde ahí sí que iba espectacular...
Preciosa. Ahí sí, que sí. Vale que ese vestido no se puede llevar a una boda de día, pero me esperaba algo que me llamase la atención, algún detalle que no lo hiciese tan tan aburrido.
En ese momento sí que podía presumir de ser una verdadera Princesa.
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