La Princesa Leonor vive su mejor etapa en Gales. Tras una infancia encorsetada y protocolariamente insoportable, la hija de Felipe y Letizia ha encontrado la libertad en el internado en el que estudia. Allí se siente autónoma, tiene buena relación con sus compañeros y hasta ha conocido a algún maromo interesante. Pero lo mejor de todo, sin duda alguna, son las juergas sin límite que se pega la Princesa.
Por extraño que parezca, el cole pijo de Leonor es lo más parecido a una bacanal, o al menos así lo describe ElNacional.cat. Cada fin de semana, los alumnos se reúnen en el salón de actos (o mejor dicho, el salón de los pecados) para celebrar la vida, la diversidad, la juventud o lo que les venga en gana. Cualquier excusa es buena para ponerse tibio a ponche, y Leonor es una más en todos los sarao.
Hace unos meses, el centro organizó la fiesta LGTBI+ y Leonor tampoco quiso perdérsela. Al parecer, aquello levantó ciertas ampollas entre los monárquicos más conservadores. Sin embargo, la princesa lo único que se levantó fue la falda a la hora de pegarse un buen perreo en la pista de baile.
La muchacha se lo está pasando teta, y hace bien en disfrutar esta etapa. El último evento al que ha acudido se trata de la juerga afrocaribeña. Tal y como publica el propio colegio a través de Instagram, varios alumnos se subieron al escenario y deleitaron con su arte al resto de compañeros, entre los que se encontraba Leonor.
Y claro, imagínense la fiesta post-concierto. Música africana, movimiento de caderas, mucho refrote y alguna que otra historia de amor que terminó en llanto. Es decir, lo típico en cualquier fiesta de adolescentes, a diferencia de que en Gales hay varios alumnos pertenecientes a familias reales europeas.
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