Se acabaron las presentaciones, el cachondeo y las primeras salidas nocturnas por Zaragoza. Adiós a las pizzas, a los bocatas del Tuno y a las cañitas en la zona universitaria. Los cadetes de la Academia Militar ya se han metido en faena. Vestidos como marca la norma, con gorro, chaqueta y botas militares, todos ellos han salido al monte para comenzar sus prácticas.
Quién se lo iba a decir a Leonor. El año pasado por estas fechas, la princesa disfrutaba de su segundo curso en el internado de Gales. Eran tiempos de disfrute, de novatadas y risas entre compañeras de habitación. Hacían pijamadas, fiestas clandestinas y travesuras varias por los pasillos del internado. Ahora, Leonor se cuadra ante sus superiores sin esbozar ni una sonrisa.
De la juerga a la formalidad más absoluta. Leonor tiene ahora una serie de obligaciones que, al igual que sus compañeros, debe cumplir a rajatabla. Con la rodilla en tierra y la mirada fija en el visor, la heredera y sus colegas aprenden a empuñar el fusil en pleno campo. Además, han salido a caminar entre matorrales y madrigueras, tal y como muestran las imágenes publicadas por la propia Academia General Militar (MADOC).
A través de estas fotografías, el cuartel nos deja claro que no hay tiempo para tonterías en el Ejército. La pasada semana vimos a la princesa comprando por el centro y tomando un refrigerio en un bar, pero aquello ya es pasado. Ahora toca aprender, obedecer y sudar la gota gorda.
Fotos: Casa Real / Academia General Militar (MADOC)
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