Don Juan Carlos I de Borbón no puede deshacerse de su propia esencia. Las ganas del farra, jaleo y mujeres están implícitas en su ser. Es herencia familiar de una saga plagada de vividores, y como buen heredero, el emérito vive las tradiciones como se las inculcaron. A sus 85 años, no puede evitar entregarse a los placeres de la noche.
Es algo insólito, pero es real. Cualquier mortal con ochenta tacos estaría encamado desde las 20:30, pero Juan Carlos está hecho de otra pasta. Su cuerpo no entiende la mera existencia sin vida social. La necesita como el aire para respirar, y tras varios meses aislado en Abu Dabi, el padre de Felipe se ha soltado la melena en un exclusivo pub nocturno.
Ha sido en Londres, lugar al que se trasladó para almorzar con Carlos III. Tras encontrarse con el monarca, Don Juan Carlos quiso pegarse una juerguecilla rodeado de colegas en uno de los garitos más lujosos de la ciudad, tal y como publica Informalia. Allí estuvo de copeo y, quién sabe, puede que hasta se atreviese a mover la cadera al ritmo del blues.
Vastido con traje azul y corbata rosa, el emérito disfrutó de la farra londinense hasta las 23:00, cuando decidió retirarse al hotel para descansar. El parecer, se alojó en uno de los más caros de la capital. Allí pudo reposar sobre el mejor colchón para recuperar las fuerzas perdidas en su juerga a la inglesa.
Fotos: El Programa de Ana Rosa / Gtres
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