Irene Urdangarin es el descubrimiento del que todo el mundo habla. La habíamos visto en numerosas ocasiones junto a su madre y sus hermanos, pero ha sido ahora, a raíz de su aparición estelar en el funeral de Constantino de Grecia, cuando hemos comprobado que la nieta de don Juan Carlos es una auténtica diosa. Rubia, de ojos azules y con un estilo envidiable, la niña de Urdangarín se ha convertido en el capricho de la prensa internacional.
La niña es mona hasta decir basta, las cosas como son. Su melena sedosa, el brillo de sus ojos y las cejas pobladas que adornan su rostro han conquistado al gran público. Irene es elegante, sencilla y siempre correcta. Tiene gusto a la hora de elegir sus 'looks' y hasta su caminar es refinado. En conclusión, la Urdangarina reune todos los ingredientes para triunfar ante el público.
Según dicen, es tímida y jamás daría una entrevista. No quiere hacerse un Victoria Federica y saltar a los medios para forrarse posando en 'photacalls'. Todavía está estudiando y, con toda probabilidad, continuará su carrera académica hasta acabar en alguna universidad privada, como han hecho sus hermanos.
En cualquier caso, haga lo que haga, no serán pocos los medios que sigan sus pasos. El medio francés ‘Point du Vue’ escribía en referencia a la joven: "La única hija de la infanta Cristina de España e Iñaki Urdangarin acaparó todas las miradas en el funeral del último rey de los helenos”
Además, destacan que es muy “cercana a sus abuelos” y que “afrontó los escándalos de sus padres con notable discreción”, tal y como publica Vanitatis
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