Iñaki Urdangarin y Ainhoa Armentia están profundamente enamorados. Les gusta pasear de la mano, disfrutar juntos de las playas francesas y ponerse las botas en los mejores restaurantes. Son cariñosos el uno con el otro, comparten confidencias, secretos y noches amor furtivo. Son una pareja perfecta, pero su amor está en juego. Hay algo que impide el completo desarrollo de su relación, y si no ponen remedio, es posible que todo estalle por los aires.
Las relaciones hay que mimarlas. No basta con amarse hasta la médula o pasar las 24 horas del día al lado de esa persona. Hay que comprender, sorprender y abrazar. De nada sirve tener dos millones en el banco (como los que tendrá Urdangarin dentro de poco) si no puedes disfrutarlos libremente junto a tu pareja. Y eso es lo que les falta a Iñaki y Ainhoa, libertad.
Aunque están locos el uno por el otro, Armentia continúa sin acompañar a Iñaki a ciertos compromisos. Concretamente, a ninguno relacionado con sus hijos. Armentia no conoce a los Urdangarines ni estos pretenden conocerla. No hay acercamiento alguno, y eso, por mucho que moleste a doña Cristina, tendrá que cambiar.
Hace unos días, tal y como publica ElNacional.cat, Iñaki viajó hasta Barcelona para disfrutar del último partido de Pablete en el Barça. Allí, en las gradas, conoció a la churri de su hijo y pudo compartir con ella un buen rato. Ainhoa, sin embargo, se quedó en Vitoria. No podía acudir. Iñaki no la invitó y ella asumió sin rechistar. La pregunta es... ¿hasta cuándo? ¿será eterna la paciencia de Armentia?
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