Érase una vez un príncipe, pero no uno cualquiera, sino uno real y próximo, no producto de la imaginación. Se llama Felipe y es muy feliz junto a su esposa, la princesa Letizia. Un buen día, a pesar de que están acostumbrados a posar para los fotógrafos, tuvieron que hacerlo de forma ejemplar para ofrecer una nueva imagen oficial.
Los príncipes, encantados, en su esfuerzo por dar lo mejor de su aspecto, cuidaron al máximo los detalles: Felipe se colocó sus trajes militares de gala y Letizia uno de esos conjuntos que miles de mujeres elogian en la peluquería mientras observan cada detalle de sus fotos en las revisas. El fotógrafo les decía: quietos, no moverse, así, sonrientes, con solemnidad, que sois príncipes.
Y la pareja de príncipes, tras una dura jornada de pose cual modelos de publicidad, salieron monísimos en las fotos oficiales. Tan bien y tan guapos que no parecen ellos. O bueno, sí parecen pero en todas son iguales, como una pintura realista. Y tantas dudas generaron sus fotos, sus parecidos que hasta los periódicos se hicieron eco del abuso del photoshop que hizo el fotógrafo. Pero todo fue una confusión. Las quejas llovían en balde (a pesar de los antecentes), puesto que, en realidad, no eran las fotos para enviarlas a los medios. Eran sus avatares para Facebook. Y colorín, colorado, este cuento del príncipe, la princesa y el photoshop ha acabado.
Fotos | Casa Real Vídeo | EP en YouTube