Hubo un tiempo en que Bárbara Rey paseaba por Zarzuela como Pedro por su casa. Sus visitas a palacio eran continuas, y el objetivo de las misma no era otro que acostarse con Juan Carlos en una habitación secreta. Doña Sofía no sabía nada. Las dimensiones de aquel lugar evitaban que la reina se topase con la vedette, y así lo procuraba el monarca.
Durante años, un coche recogía a Bárbara en la puerta de su casa y la trasladaba hasta la residencia del rey. Entraba por la puerta de atrás, caminaba unos metros y se encontraba con su amante en un despacho que, a su vez, contaba con una habitación. Allí sucedía todo. Juan Carlos y Bárbara se entregaron el uno al otro en infinidad de ocasiones. Mientras tanto, Sofía paseaba por los jardines sin la más mínima sospecha.
Una tarde, Felipín jugueteaba por palacio cuando vio a una mujer rubia frente a él. La saludó con la inocencia de un niño, y Bárbara, asombrada, intentó mostrarse amable y natural: "Me dijo hola y adiós. ¿Qué me iba a decir, si era un crío?", revelaba ayer la ex vedette en el programa de Risto Mejide.
Tal y como se muestra en la serie 'Cristo Rey', fue más tarde cuando el pequeño Felipín reveló a su madre lo que había presenciado. Fue pura casualidad. Una noche, mientra veían la tele, Bárbara apareció en pantalla y el príncipe exclamó: "Mira, esa es la señora que estaba perdida por palacio". En ese momento, doña Sofía descubrió la verdad. Ya había visto una joya familiar adornando el cuello de la vedette, y esta era la confirmación definitiva de su sospecha.
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