Doña Letizia es una de las mujer más presumidas del país. A excepción de Carmen Lomana, la esposa de Felipe VI podría ser la fémina más preocupada por su aspecto de toda la nación, y no es para menos. Está considerada una de las reinas mejor vestidas del planeta, y para mantener semejante título, hay que esforzarse a diario.
Letizia es una obsesa de los cuidados. Está siempre preocupada por su alimentación, hace deporte cada mañana, visita su clínica de confianza de forma habitual e incluso tiene a su disposición a dos mujeres que la peinan y maquillan cuando así lo desea.
Doña Letizia mantiene sus servicios de peluquería las 24 horas del día. Nunca sabe cuándo necesitará un arreglo extra en su cabello, y teniendo en cuenta que la salud de su melena no es la que desearía, procura tener siempre cerca a su adorada peluquera.
En cuanto a las comidas, Letizia no pasa ni una. Cumple a rajatabla las indicaciones de sus nutricionistas, y con sus hijas hace lo mismo. No hay golisina que valga ni bollo de chocolate que pueda ser ingerido. Son alimentos terminantemente prohibidos en Zarzuela, y no hay más que hablar.
El radicalismo de Letizia no es en vano. Su único objetivo es mantener sano su cuerpo el mayor tiempo posible, pero hay algo que olvida: los años pasan para todos y las arrugas son irremediables. Sí, existe el bótox, pero la vejez es más fuerte. Con 80 tacos, la reina Letizia tendrá tantas arrugas como cualquier otro ser humano, o al menos así lo intuye la inteligencia artificial.
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