Uno se levanta por las mañanas inspirado y le da por pensar. Le da por pensar y por ponerse a leer la prensa rosa a primera hora de la mañana mientras moja la magdalena en el café. Y hoy precisamente, entre magdalena y magdalena, me he dado cuenta de una cosa que me ha dejado un tanto impactado a la vez que confuso. Por más que leo y releo las páginas, la familia Middleton al completo es protagonista de alguna manera u otra de las noticias que en ellas se exhiben, cosa que me congratula pero… ¿dónde se esconde nuestra querida Charlene de Mónaco?
Tan solo me he tenido que ir hasta París (viaje fugaz de quince minutos) para darme cuenta que no todo es tan fácil como parece y menos en un mundo de princesas como el suyo. Digo como el suyo porque de haberlo sabido, no sé yo si a Charlene de Mónaco le hubiese compensado convertirse en princesa sólo por querer (u amar, vete tú a saber) a nuestro querido Albertito:
Creo que es lo que se esperaría de mí en un futuro cercano. Pero sólo me he tomado un descanso. Creo que, como todo el mundo, necesito un tiempo para acostumbrarme. Me acabo de casar
Y es cierto, la pobre tiene que estar exhausta. Pero creo que lo que en el fondo quiere decir (y pedir) es que no estemos continuamente comparándola con nuestra Kate Middleton, que últimamente no hay sarao inglés que la morena se pierda. Charlene es más de estar en la sombra, de ir discreta a la Semana de la Moda de París, de tomarse sus cafés cuando nadie le ve… vamos, de no dar la nota:
Hay ciertos protocolos y, obviamente, no puedo enseñar demasiado porque Mónaco es un país católico
Y muy católico, todo sea dicho. Así que mucho me temo que si buscamos una Charlene a lo Middleton, vamos mal encaminados. Estamos ante una princesa asustadiza y algo recelosa con la prensa (normal por otro lado, que le han tratado como una basura y de su relación se ha dicho de todo menos nada bueno) que necesitará su tiempo para soltarse. Sé que es un tópico pero… ay que ver todo lo que esta chica me recuerda a Grace Kelly.
Foto | Globovisión