Al joven Froilán se le ha ido de las manos. El muchacho travieso y fiestero se ha pasado de la raya. Al principio pudo parecer gracioso. Era el Borbón fiestero que desafiaba la rectitud de una institución con serios protocolos, pero la cosa ha terminado poniéndose seria. El niño ya no resulta chistoso. Ahora se codea con gente que consume drogas, pierde el control en las discotecas y la imagen de la monarquía corre peligro.
Froilán es la antítesis de cualquier normativa. El tío hace lo que le viene en gana, adora el despiporre y se ha coronado como personajazo estrella de la monarquía española. Acumula titulares días tras día, y ni uno solo habla de sus dotes para el trabajo o el sacrificio. Al contrario, es el vago oficial de su familia, y su madre está hasta el gorro de tanto pitorreo.
Tras la bacanal que se montó el sábado, el retoño de doña Elena el pasado fin de semana, la escolta del muchacho se ha pronunciado. Al parecer, Froilán es una especie invasora incontrolable: "Nuestra labor es evitar cualquier tipo de agresión al protegido, pero ningún escolta puede actuar como niñera. Nos ha tocado ser cubre-babies (término utilizado en los años 90 para los protegidos más jóvenes) y es muy difícil". aseguran, tal y como publica Informalia.
"Hay algunos Baby-VIP más controlables, pero Froilán pone muchas limitaciones y muchas restricciones en la labor de protección y provoca situaciones peligrosas", relatan. Al parecer, el Borbón se lo pone realmente difícil a quienes se encargan de su protección, y la prueba es evidente: el domingo por la mañana estuvo en un after rodeado de cocína, marihuana y menores.
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