Hay matrimonios extraños y después está el de Charlène y Alberto de Mónaco. El romanticismo y la pasión lleva sin vislumbrarse entre estos royals desde prácticamente NUNCA. Ya en su boda todo parecía presagiar que el "fueron felices y comieron perdices" no se les aplicaría cuando a ella la apodaron como "la princesa triste" y aseguraron que intentó evitar el enlace hasta el último segundo.
Tampoco ayudó cuando, allá por el 2021, Wittstok pasó una larguísima temporada en Sudáfrica por motivos de salud. Entonces, el Principado justificó su ausencia alegando que se había sometido a varias operaciones con el fin de curar una grave infección otorrinolaringológica. Tras esto, ella permaneció durante varios meses en una clínica de Suiza para tratar un cuadro de agotamiento físico y mental.
Ahora, Charléne y Alberto siguen juntos, a su manera, y lucen palmito en los actos institucionales. Sin embargo, la princesa tiene que pedir hora, como quien se quiere hacer las uñas, cuando desea ver a su marido. Sí, lo que lees. Según informan en 'New York Post', Wittstok solo ve al Grimaldi "con cita previa", entre otras cosas porque la modelo reside en Suiza y no en Mónaco.
Fue a principios de verano cuando el matrimonio apareció feliz y unido junto a sus retoños en sus vacaciones en yate por el archipiélago de Los Sanguinarios. No obstante, cuando el velero llegó a puerto, Charlène picó billete y se largó a su residencia en "el extranjero", según apuntan en el citado medio.
Fotos | Gtres
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