El pasado miércoles, las puertas del restaurante romanticón de 'First Dates' se abrieron para recibir a Rebecca, una camarera de 38 años que vivía en Ibiza y se definía como una adicta a los retoquitos estéticos: "La gente se cambia el color de pelo y yo me cambio la forma de la cara cuando me apetece", desvelaba la muchacha.
En cuanto a su príncipe azul, la Rebe lo tuvo claro. Buscaba a un hombre que la hiciera reír, que le gustara viajar, y si pudiera ser, que fuera alto. Eso sí, bien limpio, ya que mostró su odio por los individuos poco higiénicos y con la ropa o zapatos sucios.
Relax, que todavía hay más. Y es que la concursante dejó clarinete cómo es el tipo de pene que no quiere ver ni en pintura: "Una pol** lápiz, que es una pol** muy fina y alargada, que da grima (...). una pol** lápiz no es un pene, es una pena", expresó la Paulo Coelho del aparato reproductor masculino.
Su cita no fue otra que Guilherme, un hombretón que consideraba el sexo como la base de cualquier relación ya que "no podría vivir con una mujer que no me da sexo". Entre los dos surgió la chispa (o el lanzallamas) del amor al poco tiempo y Rebecca quedó prendada de él, puesto que según la comensal, los brasileños tienen que ser "un toro" en la cama.
En el reservado de los fluidos, ambos jugaron a las Bolas del Amor y protagonizaron un morreo que te veo frente a las cámaras. En la decisión final, Guilherme aceptó tener una segunda cita con Rebecca, al igual que ella porque era "alto, fuerte, moreno, rapado... Lo que yo había pedido". Di que sí, chica, prioridades ante todo.
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