Inédito: el curioso lugar donde Tamara Gorro acudía para refugiarse en mitad de su ruptura con Ezequiel Garay

Que Tamara estuviera hasta el gorro de Ezequiel Garay nos pilló a todos por sorpresa, esto es así. Tras llevar años vendiendo una vida idílica de familia feliz que hace TikTok hasta de la merienda, la extronista de 'MyHyV' anunciaba con el dramatismo propio de un disco de Álex Ubago su ruptura del futbolista después de 12 años de relación, catorce mil vídeos en la red social de los bailes que dan mucha vergüencita ajena y dos pequeñajos en común.

La expareja de Rafa Mora (demasiado bien está la muchacha después de tal trance en su experiencia vital) ha sorprendido poniendo rumbo cual enamorada emérita a su exilio. Tamara Gorro ha puesto por fin también distancia física de Ezequiel trasladándose al extranjero tras romper a llorar en varios vídeos y platós de televisión y unas cuantas sesiones con su psiquiatra.

De momento, la extelevisiva se encuentra en paradero desconocido, como Paz Padilla desde que abandonó el otro día el plató de 'Sálvame' (se rumorea que echó a andar y no ha parado desde su pelea con Belén Esteban el pasado jueves), la gracia de Arévalo o la carrera musical de Raquel del Rosario (la de 'El Sueño de Morfeo'). Sin embargo, esta revista ha podido saber dónde se refugiaba Tamara Gorro en mitad de su separación con Ezequiel Garay.

Con lo teatrera que ha sido siempre Tamara (y teniendo en cuenta que hasta dos días vivía con Eze aun siendo ya expareja), no nos extraña que la Gorro cogiera a sus niños y se plantara en el teatro Luchana con cierta asiduidad para echarse unas risas con las obras infantiles de teatro como la de unos tales Tararí y Tantan, donde según nos cuentan la excolaboradora de televisión se lo pasaba como una niña pequeña. Mucho mejor planazo que quedarse viendo el "furbo" en el Canal Plus con el exchurri, también os digo. 

Estoy seguro que con el mal trago que ha pasado Tamara Gorro estos últimos meses, el verse reflejada en la luna de los payasos y a Ezequiel en el sol (cuyo parecido físico es espeluznante) le hacía evadirse junto a sus peques Antonio y Shaila del abrupto viaje hacia la familia desestructurada que ambos habían comenzado a emprender bajo el mismo techo (ya que vivían juntos aun después de la ruptura), al más puro estilo peliculón malo de los domingos en Antena 3 a la hora de la siesta.