La Teen Vogue viene a ser como el muestrario de lo mejorcito que ahora mismo podemos encontrarnos por el mundo del espectáculo, en America y resto del mundo, pero con una excusa tintada de moda para poder vender con más facilidad, porque ya me diréis que tiene de comercial, vestir a un niño como Justin Bieber en un reportaje, cuando sabemos que difícilmente puede salir de casa todavía sin que su madre le peine.
Pero es lo que hay. No eres de todo famosos hasta que no apareces en la Teen Vogue, y Justin Bieber, como ya os dijimos en su tiempo, ya es lo suficientemente famosos como para que le dediquen a él solito toda una portada. Un fenómeno revelación como él no puede dejar pasar una oportunidad como esta. Y así ha sido.
Posando con camisa, pantalón de cuadros de tweed y pajarita, hace un par de paraditas con el monopatín, algún plano detalle de la cara con esos ojos y esa mirada que según sus fans es lo que más cautivan de él y poco más. El chico no tiene ni chicha ni limoná pero es lo que hay.
Además de las fotos, el cantante concede una entrevista donde parece haber asumido ya su condición de famoso y el proyecto que tiene entre mano de preparar una película basada en su vida, que ya me diréis que es lo que hay que contar, porque o la película dura unos cuantos minutos o no creo yo que pueda sacarse mucho más de ahí. Pero ya se sabe que, o se aprovecha pronto la fama, o al final acabas a los 20 comiendo hamburguesas en un restaurante y viéndotelas duras para poder pagar. El precio de la fama que lo llaman.
Vía | Prensa Corazón