Porque para el que no le ha quedado claro, Miley Cyrus hace mucho tiempo que ya dejó de ser una inocente niña para convertirse en toda una revolucionaria de las hormonas de los pequeños y los no tan pequeños de medio mundo. La que en un principio empezó promulgando castidad y el uso del anillo como medida preventiva contra los posibles embarazos no deseados, nos hemos dado cuenta de que nunca mejor dicho, le han salido los pechos antes que los dientes (que hay que ser fino hasta a la hora de citar los refranes).
Y no lo digo por su último videoclip, en el que aparece no solo enseñando pierna y pecho, sino porque en su día a día, en sus apariciones en público, en su forma de vestir, en su forma de hablar o incluso en los intereses que persigue, no se ve ya a una inocente niña malcriada, sino a toda una femme fatal (en versión yanquie, todo sea dicho) dispuesta a dar mucha guerra y eso que sólo acaba de empezar.
A pesar de gastarse un novio (que menudo novio…) como Liam Hemsworth, que significa todo lo que se persigue hoy en día por gente como ella: guapo, alto, con estudios o intenciones de tenerlos en su defecto, de buena familia y dispuesto a aguantarle todas las perrerías a Miley (por eso de que el chupa también de la teta-fama, que si no…) últimamente no está siendo bastante bien aceptada por las asociaciones de padres y madres, que están viendo en ella un ejemplo no muy grato para que sus hijos sigan.
Y yo me pregunto ¿Qué es lo que temen? ¿Encontrarse la verdad delante de sus propios ojos y no saber como reaccionar? Porque vamos, a quién me venga con el cuento que a los 16-17, la mayor parte no querrían aspirar a lo que tiene Miley y más que eso, a como lo tiene, sencillamente me río en su cara. Sin haber llegado a la mayoría de edad, más de medio mundo (adolescentes, jóvenes y repito que no tan jóvenes) sueñan con Miley y reconocen que la muchacha ya no es tan niña y que díos mío el cuerpo que tiene para lo joven que es.
No nos engañemos, la edad muchas veces engaña y Miley Cyrus, no sé en que momento ni con quién, dejó de ser una niña hace mucho tiempo. Y no le sienta nada mal el cambio, todo sea dicho.