Se juntaron el hambre con las ganas de comer. ¿Por qué? Pues porque sabemos que Lindsay Lohan no está pasando por ahora su mejor momento y la verdad no es que se esté viendo muy arropada por su familia. No le salen trabajos, las productoras han olvidado en el bául de los trastos viejos su tarjeta con el número de teléfono y, aparte de la escandalosa bollera que cada dos por tres la liaba con Samantha Ronson, poca estela le queda que merezca ser reconocida.
Por ello, está dispuesta a lo que sea (incluso hacerse íntima de la Hilton, que eso siempre funciona) para poder recuperar algo del estrellato que, según mucho, nunca tuvo. Y Purple ha querido al menos por este mes, tenerla en primera plana. Y da la casualidad que si tenemos que hablar de una revista polémica francesa, esa sin duda alguna es Purple.
Milla Jovovich ya salió hace bien poquito tal cual le trajo su madre al mundo para sus lectores y los posados, las escenas o las tomas provocativas son una constante en esta publicación. Y por supuesto con Lindsay Lohan no iban a hacer una excepción.
Así que le han ataviado con una túnica blanca, le han puesto una corona de espina y como si de Jesús crucificado se tratara ha posado delante de los objetivos con cara afligida y semblante desafiantes. Terry Richardson, el fotógrafo encargado del reportaje, dice que disfrutó de lo lindo imaginando las reacciones de la gente, pero la verdad, a la vista de la portada, tampoco creo que sea para poner el grito en el cielo.
¿Medidas desesperadas ante situaciones desesperadas o tan solo se trata de una sesión casual, con una actriz casual, en un situación normal y con un fotógrafo que lo único que pretendía era captar el lado más cándido y mártir de la rubia? Eso ya, os lo dejo a vuestra elección.
Vía | TVyEspectáculos