De verdad que a veces Vanity Fair me decepciona de una forma que nadie imagina. Siempre he dicho que es mi revista favorita, siempre tiene unas portadas excelentes, tan cuidadas, mimadas, glamourosas… un primor, que se dice. Eso sí, de vez en cuando yo no sé qué se les pasa por la cabeza que nos tienen que traer a personajes de medio pelo como éste, ¿acaso hacía falta traernos en su edición lujo a Paris Hilton a lo Isabel Preysler? Si es que sólo faltan los bombones de envoltorio dorado y unos azulejos de marca para completar la escena. Pero qué hemos hecho nosotros humildes mortales devoradores de cotilleos para merecer esto…
Pues sí, será que este año hemos tenido que ser muy malos y éste es nuestro regalo de Reyes, nada de carbón, una Paris Hilton con kilo y cuarto de maquillaje, tonelada y media de photoshop, haciéndose la interesante y con un perro muerto de hambre mirando una magdalena como que no hubiese un mañana. Éste es el nuevo número de enero de la revista. Matadme ya, no me hagáis sufrir más, por favor.
Aunque si eso no era sufuciente, ojito a la frase de presentación…
La más rubia, la más rica y ¡sorpresa! A punto de cumplir los 31, se proclama soltera por primera vez en su vida y dice que, por fin, se ha hecho adulta
Miedo no, lo siguiente. ¿Será que ahora en lugar de ir de fiesta a saco se irá a tomar el té con las damas de la alta sociedad? ¿Será que ahora empezará con el punto de cruz? ¿O será que ahora que se ha hecho adulta y está soltera empezará a acosar jovencitos de carnes prietas? Sinceramente, cada vez que Paris habla tiemblo por la que nos puede esperar.
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