Hace ya un tiempo que me vengo planteando esta afirmación pero es que visto lo visto doy fe ante notario si hace falta y no me equivoco. Estos días Paris está celebrando su Semana de la Moda y las fiestas se suceden como por ejemplo la celebración de los 90 años de portadas de Vogue y por ello las celebrities han acudido en masa como si repartieran bocadillos de salami. Una de ellas ha sido Lindsay Lohan.
Pues bien, no puedo menos que a la vista de las imágenes decir que Lilo está horrorosa. De verdad, está avejentada a más no poder, ¡que tiene 23 años! Que parece que tiene cuatro veces más, o por lo menos el doble. Entre el pelo que lo tiene excesivamente rubio, demasiado platino, casi blanco y parece canoso, las arrugas, las ojeras, la cara de abuela cebolleta,... es como si tuviese una revelación del futuro. Y claro, esa toquilla en los hombros como que tampoco ayuda ni lo más mínimo.
Sin embargo lo peor de Lindsay en este momento son sus labios, esas dos salchichas frankfurt que se ha puesto por morros. Muy Yola Berrocal, fina, fina. Lilo se une al club de las famosas que parece que han metido los labios en una botella de cocacola y le ha hecho el vacío. Madre mía, qué cosa tan antiestética y desproporcionada, como se siga metiendo botox se le va a juntar el de arriba con la nariz y entonces ya la risa va a ser espectacular. Ahora sólo le falta ponerse unos pómulos que le hagan los ojos pequeños y ya tenemos el circo completo.
Pero es que luego la hemos visto subida en el escenario desfilando para Ungaro y, aunque tiene mejor aspecto, está rarísima, se ha echado millones de años encima. Se especula sobre si se ha hecho alguna cirugía más, pero yo creo que no, a parte de hincharse los pies con un inflador de conchonetas, esta chica lo que tiene es una “tralla” en el cuerpo que parece eso, que tiene más de 40.
Nena, lo siento pero estás horrible.