Que los años no pasan en balde es una verdad como un templo, sin embargo hay quien los lleva mejor que otros. A unos se les conserva el cuerpo totalmente en línea, mientras que a otros las curvas de la felicidad se les pronuncian hasta parecer una carretera secundaria del Norte de España. Ahora, inevitablemente tenemos dentro de esa segunda categoría a Gerard Butler.
A mi, sinceramente, nunca me ha atraído demasiado este actor, aunque tengo que reonocer que los '300' pues sí que babeé, ¡¡sólo soy una mujer!! No soy de piedra. Pero qué queréis que os diga, después de verle a pecho descubierto dándose unos baños bajo el sol de Barbados, como que se me ha caído el mito por completo. Vamos que eso no lo arregla ni la dieta de la alcachofa, ni la del caballo (agua y paja), ni los vídeo de Jane Fonda.
Y es que esa incipiente barriga cervecera me ha dejado muerta. Una vez más el cine y la televisión nos engaña como a chinos. Claro, que si a semejante tipín ya le unimos ese bañador tan horrendo, pues tenemos otro antídoto de la lujuria y el desenfreno. Conclusión, las navidades, con sus turrones, mantecados, champanes y demás nos sientan mal a todos, se sea famoso o anónimo.
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