Cuando uno siente que tiene que ponerse en forma, pues tiene que ponerse en forma. Que estás en un avión, pues dá igual. Eso mismo debió de pensar Uma Thurman cuando se puso a hacer ejercicios en pleno vuelo, para alucine y regocijo del resto del pasaje.
Imaginaros la situación, tú te coges un avión en Nueva York y la primera sorpresa es “ala, que llevo a la que bailaba con Travolta en la fila de delante”, lo vas asimilando, te traen el periódico, pasan con los cafés… y va la tía y se pone a hacer estiramientos y tandas de ejercicios coordinados. Vamos, para que se te abra la boca y no la vuelvas a cerrar hasta el aterrizaje. Al menos no se le dió por montarla como Melendi.
Además, me imagino yo que la buena de Uma no irá a lo barato, con todas las estrecheces del común de los mortales, así que no creo y que tuviera que ponerse a ejercitar músculos por el miedo al síndrome de clase turísta. No, que yo lo ví una vez que crucé la cortina, los de preferente tienen sitio para las piernas, y sillones reclinables, y mantitas mullidas… Pero lo extraño de toda la situación fue que después del arrebato mens sana in corpore sano aéreo, al aterrizar salió corriendo para ponerse a fumar como una loca. Que me aspen si lo entiendo.
Vía | Monsters and Critics