Cada uno tiene maneras diferentes de entender el amor y más aun de decidir en que gastarse los cuartos a la hora de regalar. Yo personalmente soy de esas personas anti-sistema que odia el San Valentín a muerte, pero lo de Drew Barrymore, no se si será por amor o no pero ando en un dilema ético entre pensar que es un gesto precioso o una soberana estupidez. Mejor os cuento la historia y ya vosotros juzgáis los hechos consecuentemente como bien enseñados os tenemos.
Ya sabéis que Drew Barrymore es una chica chunga, las drogas le hicieron fuerte y ella se vanagloria de ello porque consiguió salir invicta de tal historia. El caso es que tenía varios tatuajes por el cuerpo fruto de esos turbulentos años (seis en concreto) y ha decidido borrárselos por amor porque desea convertirse al Judaismo, religión a la que pertenece su marido, Will Kapelman, y según dicta la creencia, no puedes ser enterrado en un cementerio tradicional si en tu cuerpo hay signos de tinta.
Y claro, ella ha puesto en una balanza ambos conceptos y al final han salido ganando unas sábanas calientes sobre las que dormir y la religión apoyándote en el momento en el que dedicas abandonar este nuestro mundo:
Quiere ser una madre de Santa Bárbara, y los tatuajes desentonan con el armario. Está madurando y volviéndose conservadora. Lo hace por amor
Si de verdad los tatuajes no significaron nada en su vida y forma parte del pasado, me parece bien que decida pasar página y seguir hacia adelante. Pero si para ella son parte de su vida y de lo que es, mal me parece que tenga que ceder por algo así, sinceramente ¿Vosotros qué pensáis?
Vía | News.com Foto | Drew Barrymore en Facebook En Poprosa | Drew Barrymore, sereno e imponente bellezón en Harper's Bazaar En Poprosa | ¡Qué ricura! La hija de Drew Barrymore ya acapara la portada de People
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