Lo que me faltaba por oír, esto es el colmo de los colmos. Como sabéis, Paris Hilton vino hace bien poquito a Madrid para cenar con su nuevo mejor amigo, que así denomina ella a la persona que más hilos a movido para disfrutar de la grata compañía de la rubia con tenedores de por medio.
Pues bien, a raíz de que durante tanto tiempo nos hayamos planteado más de la mitad de la población que sabe de las andanzas de la heredera del imperio Hilton, el patrón por el que se rige a la hora de actuar o tomar decisiones (porque deja mucho que desear), Paris ha dicho que la tenemos infravalorada, a ella y al resto de las rubias y arguyó que:
“Soy la prueba de que las rubias no somos tontas.”
¿Tú? ¿La prueba de que las rubias no son tontas? Mira bonita no me meto en que las rubias sean o dejen de ser tontas porque el nivel del coeficiente intelectual no creo que vaya ligado a la cabellera y menos que pueda aumentarse con un simple tinte de pelo, pero que tú seas el ejemplo vivo de que las rubias no son tontas, eso es irrisorio.
Podría enumerar la numerosas meteduras de pata en público, tu uso del vocabulario según Dios te da a entender, tus absurdos consejos presidenciales, tu escala de valores, tu sentido de la responsabilidad con la edad que tienes y tu manera de administrar una fortuna de manera responsable (porque otra cosa no, pero atreveros a decirla a Paris que ella malgasta su dinero…¡Os come!) pero prefiero callarme y seguir disfrutando placidamente de estas pequeñas joyitas que sueltas de vez en cuando y que tanto nos gustan. Aquí te espero.
Vía | Levante